24 jun 2008

El sueño (capítulo 3)

Marcos cree que todo acabo, cierra los ojos un momento, no siente dolor, reacciona, el hombre de la nariz rota suelta el arma y el cuerpo ya sin vida cae, la víctima reacciono, le disparo al atacante para luego desmayarse, Marcos escucha sirenas a lo lejos tiene que irse, pero no puede dejar ahí a la mujer, uno de ellos esta vivo, la mataría, terminaría su trabajo, Marcos levanta a la mujer en brazos y se aleja del lugar...

El sonido de una regadera despierta a Laura, conforme recobra el sentido, los dolores físicos regresan a ella, de repente recuerda la golpiza, no sabe cuanto tiempo paso, ni en donde esta, voltea hay un buró con medicinas y gasas usadas, tienen sangre, seguramente de ella, instintivamente se lleva la mano al rostro donde siente que hay una herida, la toca pero no esta sangrando, alguien la ha curado, recuerda de pronto al hombre que apareció de la nada para ayudarla, se descobija, y ve un vendaje en su cintura, esta en ropa interior pero no siente pena ni pudor, se incorpora pesadamente hasta quedar sentada en la orilla de la cama, intenta levantarse pero el dolor la hace desistir, además sus piernas parecen no entender lo que ella quiere, se asusta un poco, y un par de lagrimas recorren sus hinchados pómulos, -las últimas que derramo!- piensa ella.

Marcos sale del baño ya vestido y se sorprende de ver a la mujer sentada en la orilla de la cama, a conocido marineros que por menos lesiones duran semanas en cama, ambos se quedan viendo un instante, hay un silencio incomodo, ella baja la vista y pronuncia palabra... - gracias por ayudarme con esos tipos, en el callejón - Marcos se aproxima con una manzana a la cama y se la extiende a la mujer,

- Necesitas comer algo, voy a buscar algo a la tienda, aquí nunca hay nada -

Toma su saco y sale cerrando la puerta tras de si.

Laura un poco más despierta inspecciona el pequeño cuarto de hotel, hay una ventana con vista a la calle que no es gran cosa, pues es un barrio olvidado, hace años tenia vida, había comercio y teatros que alegraban el ambiente que hoy huele a pobreza y necesidad, sobre el buró de la medicina hay una pequeña y vieja lampara, algunos periódicos en una silla, y en la mesa un vaso y una botella vacía de vodka, Laura da por terminada la inspección y se vuelve a tocar el pómulo, no le duele pero es un instinto, tuvo suerte, mucha suerte...