Marc Prensky acuñó en 2001 el término «nativo digital» en un trabajo titulado Digital Natives, Digital Inmigrants, y con esto hacía referencia a un nuevo tipo de estudiante que iba apareciendo en las instituciones educativas que en lugar de imprimir un documento para revisarlo lo anota en pantalla, para él, imprimir un correo electrónico para tener una copia en papel es algo impensable.
Usaba la expresión para diferenciarlos de los «inmigrantes digitales» que, por el contrario, son perfectamente capaces de imprimir un correo, y que por norma general suelen corregir las cosas en papel y no en pantalla.
Pero con el tiempo la expresión ha ido perdiendo su significado original y hoy en día se aplica a cualquiera que haya nacido después de la revolución de la informática personal, y de la popularización de Internet.
Sólo por esto ya se suponen habilidades innatas para manejar la tecnología, y lo cierto es que por lo general solían ser los únicos capaces de programar la vídeocasetera en casa o de poner la hora en el microondas.
También se les supone capaces de moverse con total soltura en Internet y que esta no tiene secretos para ellos.
Aunque basta con rascar un poco por debajo de la superficie para ver que en realidad no todos los jóvenes son esos supuestos «nativos digitales», ni mucho menos.
Muchos de ellos si los sacas del chat, del facebook y de los programas que utilizan para descargar música y películas, siguen sin dar una.
En realidad, creo que todos somos inmigrantes digitales, aunque unos vengamos de más lejos que de otros.
Y es que además, al ritmo que se mueve la tecnología, por muy actualizado que cualquiera esté de las últimas novedades, si se queda quieto unos meses se habrá quedado rápidamente desfasado.
En nuestra sociedad está apareciendo una brecha digital -aunque esto suene a países en desarrollo- que separa a quienes están adquiriendo los conocimientos y habilidades necesarias para moverse en este mundo digital de los que no.
Es cierto que la edad tiene mucho que ver en quien queda a cada lado, pero no es menos cierto que en las escuelas tampoco se está optando por las mejores estrategias para evitar la aparición y ensanchamiento de esta brecha.
El gastarse millones y millones de pesos en poner computadoras en el aula sin ocuparse de formar a los profesores en el uso que se les puede dar es inútil, igual que lo es tener clase de informática una o dos horas a la semana, y lo cierto es que asi la cosa no va a funcionar.
Igual que los alumnos no tienen "clase de lápiz" no deberían existir estas clases de informática y que las computadoras y el Internet tendrían que integrarse como una herramienta más en el aula.
Aunque es difícil que esto lo vean los que toman las decisiones al respecto, porque, desgraciadamente, están en su inmensa mayoría en el lado malo de esta brecha digital, y esto es algo que nuestra sociedad pagara muy caro en no muchos años.
Este artículo se publicó originalmente en cookingideas.es
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