6 nov 2007

La última vez que vi su rostro (Capítulo 5)

Después de instalarnos en dos cuartos, uno para la mamá de Janet y ella y otro para su papá y yo, estábamos platicando con algunos de sus primos sobre todo lo que les había pasado a lo largo del año, en ese momento no pude evitar sentir un poco de envidia, yo no tenia una familia tan unida como esa, para mi, esta familia estaba como sacada de una película de esas donde todo esta muy bien, en mi familia, es cierto que hay buena convivencia y también tenemos nuestras reuniones, pero al ser menos parientes, las reuniones se vuelven mas predecibles, y como nosotros si tenemos la posibilidad de vernos mas seguido, ya no es tan emocionante al menos para mi, los mismos comentarios, de las mismas personas, etc., estaba sumido en mis comparaciones con la mirada fija hacia el gigantesco árbol de Navidad de la casa que prendía y apagaba caprichosamente sus luces de colores y me daba la sensación de estar hipnotizado, pero en realidad veía fijamente hacia la nada, sentado en el sillón, en eso la mano de Janet atravesando frente de mi cara me devolvió a la realidad , ella sonreía, - ¿en que piensas Andrés? - en que tienes una hermosa familia, me gustaría que mi familia se pareciera a la tuya - ella se quedo pensando un momento - no, a mi no me gustaría que tu familia se pareciera a la mía, porque entonces tal vez tu no serias como eres, la familia forma una parte muy importante del carácter de una persona - eso yo no lo había pensado, pero creo que tienes razón - además debes valorar lo que tienes Andrés, eres muy afortunado, tienes unos padres que te adoran, una hermana menor que te ve como su ídolo aunque a veces peleen, no sabes lo que yo daría por una hermana, valora lo que tienes y disfrútalo mientras lo tengas - yo asentí y de repente mi perspectiva sobre el asunto comenzó a cambiar mi familia tenia muchas cosas y detalles que no me gustaban pero empecé a pensar en todo lo que si me gustaba hacer con ellos y sonreí.
Janet se había levantado para mirar las estrellas desde la ventana y yo la seguí - hacía mucho que no veía tantas estrellas juntas - me dijo - si , en la ciudad, no es posible verlas, si Dios me preguntara en que cosa desearía convertirme le diría que en una estrella, me gustan las estrellas - instintivamente le di un abrazo - ella sonrío de nuevo, nos fuimos a la cocina hicimos muchos hot cakes para cenar y darles a todos los tíos y primos, cenamos y después de una ligera platica, nos fuimos a dormir, pensé en todo lo ocurrido ese día, como su familia me dejaba encajar tan bien con ellos, el deseo de Janet de tener un hermano, lo de ser una estrella, mientras poco a poco me iba quedando dormido, su imagen seguía estando en mis pensamientos.

A la mañana siguiente, el papá de Janet me despertó al levantarse para bañarse, cuando salió del baño, yo estaba listo para tomar un baño también, nos dimos los buenos días, me bañe rápidamente y baje a la cocina, Janet estaba ahí con sus dos tías y su mamá preparando el desayuno, que seria en el patio, salí a ver como estaba todo afuera, el día estaba soleado y muy agradable, los pájaros trinaban y revoloteaban entre las copas de los altos árboles, las dos niñas que el día anterior se burlaban de Janet y yo, estaban jugando sentadas en las escaleras que daban al jardín, las vi más detenidamente que la última vez, era dos bonitas trigueñas de unos 7 u 8 años, estaban jugando con unas muñecas de trapo, las salude - hola! ¿Cómo están niñas? - ¡no somos niñas! Somos Paty y Cindy – ahhh, ustedes disculpen Cindy y Paty - dije yo haciendo una ridícula caravana que las hizo reír, una de ellas intento pegarme y yo corrí, las niñas me siguieron y comenzaron a gritar y reír al tiempo que trataban de atraparme mientras yo corría entre los árboles del jardín, de pronto Janet salió al umbral de la puerta y se nos quedo viendo con una sonrisa, al notar su presencia yo me detuve y me quede viéndola, las niñas me alcanzaron y yo me deje caer simulando estar vencido pidiendo clemencia mientras ellas me golpeaban con sus muñecas de trapo, Janet llego y les pidió que fueran a lavarse, que el desayuno ya estaba listo, - ¡también va para ti, niñote! - me levante pesadamente mientras ella me sonreía, me fui a lavar las manos y regrese a la mesa del patio, cada quien estaba ocupando ya su lugar, la abuela nos dijo unas palabras antes de comenzar - quiero darles las gracias a todos por estar aquí para esta fecha tan especial, ya saben que es la única ocasión que los veo a todos juntos y me da gusto ver que la familia crece y esta bien, espero que este día y sobre todo esta noche sea especial e inolvidable para todos - se sentó y nos sonrío a todos, como si eso fuera la señal para poder desayunar, tomamos nuestros respectivos cubiertos y las canastillas de pan empezaron a circular por toda la mesa, mientras, el choque de los vasos y platos y las pláticas típicas no se hacían esperar, yo estaba muy contento por estar ahí.

Esa tarde estuve jugando con los cuatro pequeños que estaban en la casa, les gustaba el soccer y ese fue nuestro juego cerca de dos horas, después fui con el papá de Janet a comprar cosas que las mujeres necesitaban para la cena, el iba manejando, tenia la mirada perdida en el camino y yo me había dado cuenta de eso, mientras en la radio se escuchaba la canción de unchained melody, el dirigió su mirada hacía mi, y me dijo: - Gracias por querer tanto a mi hija - yo no supe que decir o hacer, me quede impasible, solo me abochorne un poco, nunca pensé que ese señor imaginara siquiera lo que sentía por su hija, aunque pensándolo bien, es bastante lógico, es su hija, nadie puede ver mejor en los ojos de un ser querido como lo hace un padre amoroso, no conteste nada pero sonreí y el lo vio, eso fue lo que obtuvo por respuesta, mi sonrisa, afortunadamente no insistió en el tema, luego comenzó otra canción en la radio y el la empezó a cantar, yo no hice el menor gesto, llegamos a la tienda, que lucia como si el tiempo no hubiera pasado por ahí, con anaqueles de madera y costales a la vista, me recordó esas viejas películas donde se veían tiendas de raya polvosas y que eran atendidas por personas de edad avanzada, entramos y compramos todo lo que se nos había pedido, llegamos al mostrador donde una señora regordeta, entrada en años pero de gesto amable, metía las cosas en bolsas, al tiempo que hacía cuentas en una libreta gastada; yo vi unas pulseras de plata que tenían un precio accesible, y me parecieron bonitas, le pedí una a la señora, se agacho dificultosamente para alcanzarla dentro del mostrador, se incorporo y me la extendió, creí que a Janet le gustaría, la pague por separado además de un sencillo papel de envoltura, el papá de Janet me miro algo extrañado, - es para Janet - le dije, el me sonrío, tomamos las bolsas y el señor pago los víveres, de regreso el papá de Janet me contó un poco de la vida de la abuela, que se había casado con un general que se querían muchísimo y que esas reuniones de año nuevo eran muy esperadas por toda la familia y que el general había muerto poco después de su retiro, y la había dejado con esa casa como herencia.

Esa noche todo parecía brillar aun más, todos en la casa estaban muy emocionados y platicaban alegremente, Janet se veía radiante, llevaba un vestido que dejaba ver sus tobillos, al levantar un poco más la mirada, descubrirías también sus hombros que serían la envidia de muchas estatuas griegas, al verla bajar de las escaleras, me levante de mi asiento y fui a buscarla, le extendí mi brazo y ella lo tomo, la acompañe hasta el comedor y la ayude a sentarse, yo por su puesto, me senté al lado suyo, para ese momento, todos estaban tomando ya sus lugares, nos sonreímos y todos platicaban, cada cual sus temas, uno de los tíos de Janet, nos pidió que guardáramos silencio, teníamos que dar gracias por la cena, comenzó a orar en voz alta y yo, aunque también tengo la costumbre de rezar, simplemente hice lo que vi que hacían todos, junte mis manos, cerré mis ojos y guarde silencio tratando de concentrarme en agradecer lo recibido, cuando el tío aquel termino su oración, todos comenzaron a tomar el pan y continuaron las platicas ininteligibles, yo hice lo propio, estaba feliz, ver como se movían los platones de comida de un lado a otro, mientras la familia se sonreía y comentaba, estar junto a Janet y sentirme tan bien en un ambiente en el que nunca antes había estado, era indescriptible, de pronto, la abuela incorporándose y tocando su copa con un cubierto nos hizo guardar silencio, todos volteamos a verla y ella, comenzó a hablar, - Quiero ofrecer un brindis como cada año, por la dicha de tener a toda mi familia reunida aquí, además de nuevos amigos que se unen, dijo volteando a verme, Janet tocó mi mano al oír esto y me sonrió, yo también sonreí y seguimos escuchando, espero que cada vez que estas fechas lleguen estemos reunidos con la misma dicha y alegría que lo estamos hoy, les deseo lo mejor a todos y que sus sueños se hagan realidad, salud!, todos levantamos nuestras bebidas y gritamos, salud!

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